EL JUEGO, 5 Leyes del desarrollo del niño y la educación
La primera ley de la niñez es que el cuerpo del niño pequeño en su totalidad es un órgano sensorio abierto a todo tipo de impresión. El niño es extremadamente sensible a su entorno inmediato.
Una sonrisa, una expresión de amor, una palabra tierna (fuentes de todas ellas de calor y fuerza sin igual), los colores, las formas, el arreglo de las cosas, así como los pensamientos positivos de las personas en su entorno, todo moldea y forma al niño, de la misma manera que lo hacen el nerviosismo, los actos insensatos y arrebatos.
La segunda ley es que nace del amor, un habito sagrado que trae consigo cada individuo, el aprendizaje se lleva a cabo a través de la imitación.
La “imitación” es la palabra mágica en la educación del niño hasta la edad de los nueve o diez años, en que viene a ser gradualmente reemplazada por otras formas del aprendizaje.
Son las acciones positivas las que dan forma a un cerebro capaz de efectuar pensamientos significativos. La inconsistencia produce el efecto opuesto.
La tercera ley son las fuerzas de crecimiento y de la memoria. En el sistema educativo se les priva de la fuerza necesaria para desarrollar y fortalecer sus cuerpos en crecimiento y se les agobia con exámenes y conceptos.
Con la amorosa pedagogía Waldorf muy pronto aprenderán diferenciar entre lo grueso, lo delgado y lo cuadrado o entre el bombero y carpintero, y no tendrán ningún problema en hacerlo. Lo más importante durante los primeros siete años de vida es estimular la imaginación creativa del niño, a través del juego y las tareas diarias.
En la cuarta Ley el niño aprende a ser un ser humano a través de otros seres humanos. ¿qué pasa cuando ignoramos esta cuarta ley?
Si los padres o los maestros sustituyen sus propios cuentos. juegos. esfuerzos. por: libros, materiales de enseñanza. o incluso televisión. privan al niño de lo más importante que se le puede dar: el contacto humano.
Que el niño perciba una personalidad detrás de todas las actividades que ve, despierta a su vez la propia personalidad del niño.
Hay tres tipos de sustancias que nutren a los niños y que se vuelven parte de ellos: la comida, el aire que respiran y las impresiones sensoriales del mundo que les rodea.
Así pues, la quinta ley es prestar atención a la calidad de estos nutrientes. La voluntad y el pensamiento, después de que el sentimiento intermediario entre ambos se ha fortalecido, comienza a relacionarse entre sí.
Steiner observó que el organismo humano está dividido en tres áreas. Por el hecho que las percepciones sensorias se conducen a través del sistema nervioso hacia el cerebro, llama esta asociación de funciones centrada en la cabeza, sistema neuro-sensorio. Es la base física para poder pensar.
Una segunda área, más grande. consiste en la conexión entre el ritmo de la respiración y el latido del corazón, en cuyas variaciones sutiles se manifiesta la vida de los sentidos. Se llama sistema rítmico y tiene su centro en el área del pecho.
En la tercera área están los movimientos de las extremidades en la que el impulso de la voluntad vive plenamente y con máxima fuerza: el movimiento de los niños. espontaneo y con alegre entusiasmo, es un buen ejemplo de esto.
Por lo tanto, Steiner combina esta región “inferior” y lo llama el sistema metabólico-motriz.
